Botox. La polémica toxina botulínica

Tras la prohibición por el Ministerio de Sanidad, en primavera del pasado año, de la utilización de la toxina botulínica tipo A con fines estéticos, el mismo Ministerio aprobó finalmente la utilización de dicho producto (comercializado como Vistabel, de los laboratorios Allergan), encaminado a combatir las arrugas de expresión.

Botox es una proteína natural purificada que se administra en pequeñas inyecciones para relajar el músculo y bloquear los impulsos nerviosos que forman las contracciones musculares.

Según el Dr. Antonio de la Fuente, el mecanismo de acción de la toxina botulínica consiste en una inhibición de la acetilcolina de la terminación nerviosa, con lo cual el músculo no se puede contraer. Posteriormente, y en respuesta a la inactivación neuromuscular, se generan nuevas terminaciones nerviosas para restablecer el contacto con el músculo.

Estas nuevas terminaciones nerviosas contactan con el músculo y se forman nuevas uniones neuromusculares y se restablece la neurotransmisión. El proceso dura varias semanas, pero la función muscular completa no aparece hasta pasados 4 ó 6 meses.


Toxina botulínica tipo A
La toxina botulínica tipo A (Botox) es la más potente de las ocho producidas por la bacteria Clostridium Botulinum. Esta toxina consigue, mediante la parálisis selectiva de ciertos músculos del rostro, reeducar los movimientos faciales, para que el paciente no vuelva a usarlos y evitar así la formación de arrugas.
La toxina botulínica tipo A se ha venido utilizando en Oftalmología, para el tratamiento del estrabismo y del blefaroespasmo, y en Neurología, para diversas patologías derivadas del Parkinson, desde hace muchos años.

Pero sólo a finales de los 80 se inició su uso en Medicina Estética para el tratamiento de las arrugas de expresión, y, más tarde, se vio su utilidad en el tratamiento de la hiperhidrosis.

Su nombre genérico es “toxina botulínica tipo A”, aunque se le conoce como Botox, que es el nombre comercial de uno de los laboratorios que la elaboran. En Europa la ha venido fabricando el laboratorio Allergan, en Irlanda, y en EE.UU., los laboratorios Dysport. Y aunque no haya datos concretos, su utilización ha aumentado muchísimo en los últimos años.


Aprobación en España en 2004
Su aplicación fuera del ámbito hospitalario no estaba autorizada ni en Europa ni en EE.UU., por lo que su aplicación con fines cosméticos no ha estado avalada por la ley hasta su reciente aprobación por el Ministerio de Sanidad, el 18 de febrero de 2004.
Nombres comerciales de la familia de preparados de toxina botulínica ya en uso en otros países son Botox®, Vistabel®, Disport® y Neuroblock®. Se comercializa en ampollas que se diluyen, en las proporciones que el especialista considere oportunas, con suero fisiológico, para su aplicación cosmética, y su uso constituye un procedimiento sencillo, eficaz, seguro y no traumático. De hecho, el ECUAM, organismo europeo similar al FDA americano, ya había aconsejado su aprobación.
Es una terapia casual, pues consiste en la paralización selectiva de los pequeños músculos responsables de ciertos gestos faciales, cuya repetividad determina la aparición de surcos y de arrugas estables y profundas.
Según la Dra. Natalia Ribé, del Instituto Dr. de Benito, produce una denervación química, es decir, un bloqueo de la liberación de ciertas sustancias fundamentales para el establecimiento de la conexión entre las terminaciones nerviosas y la placa motora del músculo.

Indicaciones
El Dr. Cerqueiro, cirujano plástico, recuerda que los pacientes que tienen acceso a esta técnica pueden empezar a edades relativamente jóvenes, a partir de los 30 años, para erradicar las arrugas del entrecejo o las patas de gallo.
El tratamiento debe ser repetido cada 3 a 6 meses para mantener el efecto, pero en muchos casos se distancian progresivamente las dosis, ya que “el paciente rompe de algún modo con el hábito de gesticular con esa zona tratada, librándose así de una expresión que puede indicar enfado o cansancio cuando, en realidad, se trata a menudo de una costumbre”.
El uso en Medicina Estética de la toxina botulínica es:

Corrección de las arrugas del entrecejo que se producen con el movimiento.
Corrección de patas de gallo.
Correción de arrugas de la frente.
Corrección de bandas en el cuello que se producen durante la contracción de músculos superficiales (no corrige las bandas estáticas que resultan de la flacidez cutanea).
Corrección de arrugas de expresión inestéticas en la nariz.
Elevación “química” de las cejas (no corrige casos de descendimientos pronunciados de las cejas).

Reducción de sudoración axilar y de las manos en casos de sudoraciones resistentes a otras formas de control.

Dentro de lo anecdótico, el tratamiento se ha popularizado en EE.UU. para evitar el resbalón producido por la sudoración en el talón en usuarias de zapatos de tacón alto.

Se ha descrito y comprobado su eficacia en el tratamiento de ciertos dolores de cabeza debidos a tensión muscular (cada caso de dolor de cabeza debe ser valorado médicamente si es frecuente o intenso, pues sus causas pueden ser muy diversas).


Observaciones
El tratamiento debe ser utilizado con moderación y por profesionales debidamente cualificados. El conocimiento de la anatomía del rostro ayuda al cirujano plástico a situar esta sustancia en el plano exacto sobre el que queremos que actúe.
Ésta es la razón por la que en EE.UU. algunos cirujanos plásticos como el Dr. James M. Stuzin, de Miami, denominan a esta técnica como especialidad quirúrgica. Y, como apostilla el Dr. Cerqueiro, la toxina utilizada incorrectamente puede ocasionar incómodas expresiones para el paciente, sobre todo si no se tienen en cuenta cuestiones anatómicas y funcionales exclusivas de cada rostro en particular.
Por ejemplo, la contracción de la frente es necesaria en algunas personas para abrir y cerrar correctamente los ojos, y también para mantener una altura determinada de las cejas. En estos pacientes la situación debe ser analizada en detalle porque la toxina botulínica, más que ayudar, interferiría con la función de la mirada y también con la estética, bajando las cejas a una posición no deseada.

Ventajas
La gran ventaja que ofrece el Botox frente a otros tratamientos es que se trata de un procedimiento no invasivo e indoloro, no requiere test de alergia y no presenta efectos adversos.

Además, no requiere recuperación de ningún tipo. El paciente, una vez realizada la aplicación, puede reincorporarse a su rutina habitual puesto que no se requiere ingreso en el centro médico.

La seguridad del Botox ha sido probada en estudios médicos a lo largo de más de 20 años, lo que certifica que se trata de una terapia segura, eficaz y bien tolerada. Más de 2.000 estudios científicos realizados en todo el mundo avalan su seguridad.
Por otro lado, el Botox permite ser compaginado con otros tratamientos para conseguir una mayor eficacia. Algunos ejemplos de terapias combinadas se centran en el uso de la toxina botulínica con láser, productos de relleno, la luz pulsada intensa, la radiofrecuencia, el peeling y la cirugía.

La única desventaja es que no sirve para eliminar las arrugas producidas por el sol o la flacidez de la piel causada por la edad.