¡Fuera marcas y cicatrices!

Acné virulento, varicela mal tratada, accidentes, traumatismos e incluso un tatuaje no deseado, etc., pueden borrarse de la piel mediante innovadores métodos de Medicina Estética.

A lo largo de la vida son muchas las situaciones que dejan huella. Este rastro, por mínimo que sea, puede convertirse en un verdadero martirio que ahora se puede evitar gracias a los nuevos adelantos, que permiten borrar las huellas sin efectos secundarios.
Como hay numerosas alternativas contra las cicatrices, el primer paso que hay que dar es el de acudir a un especialista para conseguir el diagnóstico personalizado. Éste es el único modo de acertar en la elección de la técnica más adecuada para cada caso o, incluso, combinar varias.
El tratamiento se elige tanto en función del tipo de piel como del modelo de la cicatriz y de su profundidad. Todos estos tratamientos (dermoabrasión, peeling y láser) se realizan de forma individual para adaptarse por completo a cada paciente y a sus necesidades.

Dermoabrasión
Es un proceso abrasivo que remueve la epidermis y la dermis superficial, dando como resultado una suavización de las irregularidades del contorno y de las arrugas faciales.
Es una técnica mecánica, de manejo manual, en la que se usan unas fresas de diamante con un motor de 12.000 a 15.000 revoluciones por minuto.
Su mayor ventaja, con respecto a otra modalidad para borrar las cicatrices como es el peeling, es que el especialista conoce de antemano la profundidad de las lesiones que se producen.
Previamente, se precisan conocer antecedentes de:
Herpes simple.
Cirugías previas.
Intolerancia al frío.
Problemas en la curación de heridas.
Medicación si se estuviera tomando.
Los cambios post-dermoabrasión consisten en la transformación de la epidermis y la dermis superficial, suavizando el contorno y eliminando pigmentaciones, arrugas, cicatrices de acné, cicatrices traumáticas, marcas de varicela, lentigos y tatuajes.

Peeling
Técnica que también se denomina quimioexfoliación, quimiocirugía o dermopeeling. Consiste en la aplicación en la piel de uno o más agentes exfoliantes que destruyen una porción de la epidermis y/o dermis, con una posterior regeneración de nuevo tejido epidérmico y/o dérmico.

Los agentes se clasifican en función de la profundidad a la que lleguen. Pueden ser considerados como:

Superficiales: si afectan a la epidermis y dermis papilar.
Medio-Profundos: si afectan a la dermis reticular superior.
Profundos: si afectan a la dermis reticular profunda.
Los factores determinantes de la profundidad del peeling son la elección del agente, la solución y la concentración, así como la frecuencia de las aplicaciones.


Láser
Existen dos aparatos de láser indicados para eliminar cicatrices:
El Láser CO2 de última generación, que permite su aplicación en las técnicas de resurfacing facial o rejuvenecimiento.
El Erbio (Er) YAG, que emite luz infrarroja.
Estos dos aparatos de láser no sólo se diferencian en la profundidad de ablación a la que llegan, sino también en su efecto tisular. El Láser CO2 posee un efecto fototérmico, es más agresivo y actúa realizando una quemadura fuerte y profunda. Por su parte, el Erbio (Er) YAG tiene fundamentalmente un efecto fotomecánico que también realiza una quemadura, pero sus resultados son más suaves y superficiales.

Anestesia e infiltraciones
El tipo de anestesia que se aplica en estos casos es de tipo local, con sedación para evitar molestias y sensaciones de quemazón puntual.
En el postratamiento se sigue la aplicación de cremas específicas y es necesario un control médico durante algunas semanas.
Finalmente, y siempre después de la aplicación de alguno de estos tratamientos, pueden haber quedado pequeños surcos o relieves de alguna cicatriz de tipo profundo.
En estos casos, se aplican infiltraciones puntuales para rellenar los huecos y hacer subir la superficie de la piel para unificarla.