Cirugía de reducción de pecho

Si la abundancia no es a veces conveniente, cuando se refiere al volumen del pecho es, sin duda, lo peor. Porque aunque es cierto que se cuentan por millares las mujeres que quieren aumentar sus senos, no es menos verdad que existen muchas féminas que están más que hartas de sus exageradas mamas, que no hacen más que complicarles la existencia.

Un pecho excesivo puede generar numerosos problemas: desde provocar dolores de espalda a no poder vestirse con ciertas prendas de moda y tener que recurrir siempre a un tipo de vestimenta que ayude a disimular tanto poderío, incluidos sujetadores que aprietan incómodamente el pecho, con el objetivo de perder unos pocos centímetros.

¿Cuál sería la respuesta a tanto malestar? Se encuentra en la técnica que disminuye el tamaño del pecho o mamoplastia de reducción.

Generalmente, dicha técnica ha de combinarse con la cirugía de elevación porque, al quitar tamaño y peso a los senos, se produce un ptosis o caída que hay que remediar al mismo tiempo.

Causas variadas
El tamaño exagerado de las mamas o hipertrofia mamaria se puede deber a motivaciones genéticas, hormonales o de sobrepeso.

Se considera:
Moderada, cuando la extirpación no pasa del medio kilo.
Grande, cuando supera el kilo.
Gigantomastia, cuando va más allá y es, incluso, efectuada a través de la Seguridad Social porque ya se considera enfermedad.

Ligeras cicatrices
Las mamoplastias de reducción normales pueden realizarse sin apenas dejar huella. Estas intervenciones dejan cicatrices que, si bien permanecen ocultas por el sujetador o el bikini, en el desnudo quedan a la vista.

Ante este resultado, los especialistas aseguran que ninguna paciente se queja de este hecho. "Es tanto el beneficio", asegura el Dr. José Luis Martín del Yerro, "que se obvian los inconvenientes".

¿Cómo se realiza?
En la primera consulta se valorará cuidadosamente el estado físico general de la paciente, así como el total de volumen a eliminar y la firmeza de la piel.

Como hemos citado, la operación aparece casi siempre ligada a la de elevación de senos, puesto que las mamas grandes, con toda seguridad, han sido víctimas de la caída debido a su gran peso y tamaño.

La intervención consiste en eliminar los excesos de piel, de grasa y de tejido glandular por medio de un par de incisiones:

Una es vertical y va desde el centro de la parte baja de la areola mamaria hasta el surco submamario.

La otra incisión continúa justo por este surco y de esta forma, se crea un dibujo que imita una "T" al revés o un ancla.

También es necesario volver a situar, tanto la areola como el pezón, en un plano más elevado. En este paso, siempre que sea posible, el cirujano no separa por completo el complejo areola-pezón, a fin de mantenerlo unido con parte de la piel de la mama para mantener la ligazón con los vasos sanguíneos y los nervios y mantener así la sensibilidad en la zona. Sin embargo, cuando se trata de una reducción muy grande, este proceso se hace imposible y puede perderse la sensibilidad en la areola y el pezón.

Intervención y postoperatorio
La intervención requiere al menos un par de horas, siendo normal que pueda llegar incluso a las cuatro horas de quirófano.

Se aplica, por regla general, anestesia completa, y se pasa al menos un día en el hospital. Después, se puede llevar una vida normal, teniendo mucho cuidado en no hacer forzar los brazos en tareas pesadas.

El especialista indicará qué tipo de sujetador hay que llevar, que en ningún caso portará aros ni ballenas, durante un mes, de día y de noche.
Las molestias aparecen en forma de tensión mamaria, hinchazón o edema, que puede incidir más en un seno que en otro. Pero al pasar unas cuantas semanas, se comprueba cómo todo vuelve a la normalidad, incluida la pérdida de sensibilidad en la aureola y el pezón.