Las usamos a diario, pero son dos grandes olvidadas en los cuidados cotidianos. Mímalas como se merecen.
¿Sabías que entre los 25 y los 45 años se produce la mayor parte de los trastornos de la voz, y la mayor parte de ellos afectan a las mujeres?
Los casos más frecuentes se dan por un mal uso vocal: hablar demasiado y en tono elevado, gritar, carraspear y y toser en exceso, forzar la vocalización, beber mucho alcohol, inhalar humo…Pero, a veces, hay lesiones orgánicas; las más comunes son nódulos y los pólipos. En esos casos será el especialista el que aconseje qué tratamiento seguir. Si sufres una alteración en la voz durante 15 días, ve al otorrinolaringólogo. La mayor parte de esos problemas se solucionan con tratamiento y sólo en casos concretos se recurre a la cirugía, cada vez menos invasiva.
Hablar sin gritar ni forzar
La SEORL (Sociedad Española de Otorrinolaringología) da recomendaciones para cuidar la voz y prevenir problemas. Toma nota:
Evita el ruido ambiental. Obliga a hablar con un volumen más elevado y a forzar las cuerdas vocales. Si, además, se toma alcohol y hay humo, teme lo peor.
No hables por encima de tus posibilidades. Se aconseja no hablar más de cuatro horas al día ni cantar más de dos, para que ni la voz ni la garganta se resientan.
Usa bien los recursos vocales. Si se notan las venas del cuello, significa que gritas o que se agota el aire.
No fumes. El humo del tabaco es un gran agente irritante y produce sequedad de garganta.
Mantén una buena hidratación. Las cuerdas vocales necesitan estar bien lubricadas. Lo mejor para hidratarlas es el agua.
Duerme bien, no grites y reduce el estrés. Dormir menos de 6 horas al día predispone a sufrir lesiones vocales; los gritos y el estrés son responsables de las disfonías.
Evita la tos y el carraspeo. Aclarar a menudo y con fuerza la garganta o toser mucho daña la voz.
Con laringitis, habla poco. Cuando se tiene un catarro se produce una congestión de las mucosas. Lo mejor: hablar poco.